Para salvarte

Detesta con todo tu corazón la ofensa que has hecho a Dios, y lleno de valor y confianza en su misericordia, vuelve a emprender el camino de la virtud que habías abandonado.

Bienaventurados los que se alegran de entregarse a Dios, y se desembarazan de todo impedimento del mundo.

"El que creyere y se bautizare se salvará; pero el que no creyere será condenado." San Marcos XVI, 16.

Tarea nada fácil, pero tampoco difícil, es cuestión de empeñarse, de perseverar, de aprender a vivir, pues es la razón de nuestra estadía en la tierra.

El hombre es un compuesto misterioso de cuerpo y alma, de materia y espíritu que en él se juntan íntimamente para formar una sola naturaleza y una sola persona.

"¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?" Corintios III, 16.

Hay almas que son continua y fuertemente tentadas; otras hay que apenas lo son y sin sentir conmociones. Muchas causas explican esta diversidad.

La verdadera humildad no consiste en querer ser tenido por humilde; sino en querer ser reputado por despreciable y vil. San Bernardo.

Cuando se ama de veras, con un amor profundo, total, nuestro bien es el bien del amado y nuestro mal es el mal del amado.

Soportemos entonces lo que Dios tenga permitido que soportemos. ¡Él, como médico, conoce bien qué dolor nos es útil para curarnos y sanarnos!

El dolor hace que el hombre se conozca a sí mismo, que sea benigno para con el prójimo. El dolor mantiene la humildad del alma y enseña la paciencia; es un guardián de la pureza y trae al hombre la corona de la felicidad eterna.

En una, los príncipes son dominados por la pasión de dominar sobre los hombres y sobre las naciones conquistadas, en la otra todos son servidores del prójimo en la caridad, los jefes velando por el bien de sus subordinados y éstos obedeciéndoles.