15 Feb
15Feb

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, uno de los hechos que más lastiman el matrimonio cristiano es la infidelidad conyugal, grave ofensa a Dios, inminente peligro para la familia, desequilibrio para el hogar doméstico. 

Debemos estar en guardia frente a ciertas intimidades secretamente voluptuosas, que pueden desembocar en un afecto menos lícito:

  • "Es verdad que hay simpatías naturales irreprensibles en sí mismas, a las que las presentes condiciones de la vida brindan más fáciles y frecuentes ocasiones. Aunque a veces puedan presentar algún peligro, no ofenden por sí mismas la fidelidad. Sin embargo, Nos debemos ponernos en guardia contra ciertas intimidades secretamente voluptuosas, contra un amor que se quiere llamar platónico, pero que demasiadas veces no es sino el preludio que inicia o el discreto velo que cubre un afecto menos lícito y puro." Papa Pío XII, alocución: La fidelidad conyugal, 4 de noviembre de 1942.


Los esposos pueden correr el peligro de aficionarse a una persona distinta de su cónyuge, sentir admiración, hasta una relación más intima, al tiempo que se alejan de su esposo o esposa en la misma proporción, poniendo en peligro la estabilidad del matrimonio:  

  • "Muchas veces se invierte insensiblemente el recto orden, de suerte que, comenzando por sentir alguna simpatía honesta hacia una persona por influjo de la armonía de las ideas, de las inclinaciones y de los caracteres, se pasa, con inconsciente consentimiento, a armonizar y concertar las propias ideas y las propias maneras de ver de la persona admirada. En un principio se deja uno avasallar por ella en cuestiones de poca monta; luego en cosas más serias, en materias de orden práctico, en asuntos de arte y de gusto, que tienen ya más carácter íntimo… Pero al mismo tiempo que de este modo el espíritu propio va modelándose poco a poco conforme al de un extraño o de una extraña, se enajena por el contrario cada día más del alma del esposo o de la esposa legítimos. Llega a sentir por todo lo que éstos piensan o dicen un irresistible instinto de contradicción, de irritación, de desprecio. Este sentimiento, tal vez inconsciente, pero no por eso menos peligroso, indica que la inteligencia ha sido conquistada y acaparada, que se ha entregado a merced de otros el espíritu, del que se había hecho don irreversible el día de las bodas. ¿Es esto fidelidad?" Papa Pío XII, alocución: La fidelidad conyugal, 4 de noviembre de 1942.


Algunas veces unido a la infidelidad conyugal, van los malos tratos que hacen la vida casi intolerable:

  • "Algunas veces el esposo culpable no rompe la convivencia conyugal; pero su infidelidad, especialmente si va unida a modales duros y ásperos, hace la vida común cada vez más difícil y casi intolerable... la caridad, que se acomoda a todo, invita a inclinar a la paciencia y al silencio, para reconquistar un corazón extraviado. ¡Cuántas veces habría sido posible de este modo la reconciliación! La enmienda habría podido suceder al extravío pasajero, y con ella la reparación, el rescate del pasado con una vida ejemplar, que habría sepultado todo en el olvido. Sí, por el contrario, la caridad cristiana no vence, si la parte inocente se encabrita, aquella alma, que acaso estaba para arrepentirse, o estaba ya arrepentida, se encuentra empujada a un abismo todavía más profundo que aquel del que habría buscado la salida. ¡Se dan casos de estos sublimes perdones!" Papa Pío XII, alocución: La fidelidad conyugal, las pruebas, 9 de diciembre de 1942. 


Roguemos a la Santísima Virgen María, ayude a los matrimonios que atraviesan por momentos difíciles, rupturas internas, fracasos conyugales; imploremos el auxilio de la augusta Madre de Dios, nos conceda su gracia, amparo y protección. 


Dios te bendiga.



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