29 Sep
29Sep

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, nunca olvidemos que hemos de morir, que hemos de tener un juicio particular donde serán juzgadas nuestras obras, recibiendo la sentencia eterna por parte de Dios nuestro Señor, donde todo lo terreno ha de pasar, quedando solo lo eterno: el cielo o el infierno. 

"En todas tus obras acuérdate de tus postrimerías, y no pecarás jamas." Eclesiástico VII, 40.

Por esto vale la pena guardar los mandamientos, vivir en gracia de Dios, cumplir nuestras obligaciones de estado, ser templo de nuestro Señor, ejercitarnos en la virtud, porque nos espera la eternidad, hemos nacido para vivir eternamente, nuestra alma no puede morir y nuestro cuerpo resucitará para unirse nuevamente con nuestra alma para morar en el cielo o en el infierno. 

"Todos los muertos resucitarán con sus cuerpos en el último día (de fe)". Ludwig Ott, manual de teología dogmática, página 715. 

Son penosas las desolaciones y aflicciones en la presente vida, pero finalmente tienen un término, han de concluir con nuestra muerte, pero la verdadera vida es la eterna, donde no hay muerte, por esto san Ignacio de Loyola escribe con prístina claridad el fin del hombre: "El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su alma." Ejercicios espirituales. 

Nuestra estadía en la tierra es por un tiempo determinado, es un tránsito a la eternidad, nuestra patria es el paraíso, porque hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, por ello debemos hacer buen uso de nuestra libertad, utilizar los dones y talentos que hemos recibido para conquistar el Reino, servirnos de las cosas creadas para la bienaventuranza eterna, usar de las cosas del mundo tanto cuanto nos sirvan para nuestra salvación eterna. 

"Las cosas se deben medir por cuanto le ayuden o estorben a la consecución de su último fin, se sigue que, considerándolas en sí mismas por su respeto y amor no debe inclinarse más a unas que a otras, cualquiera que sean." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales. 

Por esto, es fundamental conocernos ¿qué somos y cuál es nuestro fin sobre la tierra?, ser conscientes de los dones y talentos que hemos recibido, conocer nuestras debilidades, amenazas, y desafíos; en síntesis, hacer que nuestro presente nos asegure la entrada en el cielo. 

"Las cosas de este mundo fueron dadas al hombre para que le ayuden a conseguir su fin, que de ellas tanto debemos usar cuanto sirven al fin, y tanto dejar o quitar cuanto nos impiden." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales. 

Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne bendecirnos, protegernos, y amparadnos con su manto maternal, para perseverar hasta la muerte en el santo servicio de Dios nuestro Señor. 


Dios te bendiga.


     

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