12 Aug
12Aug

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, la vida espiritual no siempre es en un plano ascendente, donde se cosechan éxitos cada día, donde se perfecciona a cada momento; la realidad es que también hay dudas, incertidumbres, arideces, sequedades, noches oscuras, errores y fracasos en el caminar ordinario, por eso es tan importante la santa virtud de la humildad y la perseverancia en la vida espiritual. 

"Nosotros concebimos la vida espiritual muy a nuestro modo, es decir, de una manera muy humana, sobre todo en los principios, cuando no tenemos ninguna experiencia de ella. Nos imaginamos que es una vida siempre ascendente, en la que siempre se sube y nunca se baja, y no nos damos cuenta de que en la vida espiritual, como en toda vida humana, tiene que haber altas y bajas... Pero los caminos de Dios no son nuestros caminos... Casi me atrevería a decir que la vida espiritual es casi contraria a lo que nos imaginamos. Es verdad que sube, pero bajando...; es verdad que purifica el alma, pero en medio de tentaciones y caídas...; es verdad que crece la luz, pero es una luz cubierta de sombras." Mons. Luis María Martínez, "vida Espiritual".

El desaliento, que regularmente tiene su origen en el amor propio, es uno de los impedimentos para sobreponerse a los caminos accidentados en la vida espiritual, el deseo inmoderado de que todo lo desea a su gusto y parecer, de lo contrario se retira victimizándose y justificándose de que los senderos espirituales no son para él. 

Escriben algunos autores espirituales, que algunas almas, en lugar de cultivar el amor de Dios, fomentan la estima exagerada de sí mismos; de sus cualidades; buscan la aprobación y alabanza de los demás; no ven los defectos propios, dedicados a aumentar los de los demás; y esto resulta sumamente peligroso, con sus ejemplos alejan a las personas de recta intención, pues en vez de buscar a Dios nuestro Señor, pretenden servirse de Dios y de las almas nobles para sus intereses particulares, viendo en todo su beneficio personal, colocándose como el alfa y el omega. 

Por esto, nuestro Señor Jesucristo nos instruye en el santo Evangelio que cuando demos limosna y ayunemos no lo hagamos para ser vistos de los hombres, en la oración no busquemos ser el centro de atención, no vayamos tras los primeros lugares, ni pretendamos ser tenidos como maestros, porque el que se ensalza será humillado.

"Y cuando ayunéis, no os pongáis tristes como los hipócritas. Porque desfiguran sus rostros, para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya recibieron su galardón. Mas tú, cuando ayunas, unge tu cabeza y lava tu cara. Para no parecer a los hombres que ayunas, sino solamente a tu Padre, que está en lo escondido: y tu Padre, que ve lo escondido, te galardonará." San Mateo VI, 16.    

Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne preservarnos de la soberbia espiritual, apartarnos de la corrupción de la concupiscencia, para amar y servir a Dios nuestro Señor con puridad de conciencia. 


Dios te bendiga.


  

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