07 Dec
07Dec

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, en algunas ocasiones llegamos a hacer un gran esfuerzo por reformar nuestra vida, por dominar nuestras pasiones desordenadas, por tener el control sobre nuestra concupiscencia, y los resultados son desfavorables, lo cual provoca un desaliento, forma el pensamiento de que nunca podremos contra las inclinaciones y debilidades de nuestra humana naturaleza, corriendo el peligro de abandonar el camino de nuestra salud espiritual. 

Lo cierto es que debemos perseverar, a pesar de los pocos resultados, o de las caídas y recaídas que puedan presentarse en nuestra vida; debemos mantener la mente fría, estudiar con detención nuestras zonas de peligro, las circunstancias que nos conducen a recaer en nuestras debilidades, con la intención de ser más conscientes de nuestra anatomía espiritual. 

Para lo cual, es aconsejable la ayuda de un director espiritual, la instrucción de la ascética y mística, la lectura de la vida de los santos, el examen de conciencia, el retiro espiritual, y sobre todo, la devoción a la santísima Virgen María, madre y refugio de los pecadores arrepentidos, consuelo de los afligidos, abogada de las causas perdidas. 

"Reveló la misma Virgen María a santa Brígida, que no había en el mundo pecador tan enemigo de Dios, el cual si acudía a Ella e invocaba su auxilio, no volviese a recobrar de Dios la gracia." San Alfonso María de Ligorio, 'Las glorias de María', capítulo III, § 2º, página 114. 

Debemos hacer lo que está de nuestra parte, sobre todo perseverar a pesar de los pocos resultados, que a su tiempo la gracia de Dios ha de obrar en nuestra vida, pues nuestro Padre celestial ve lo más profundo de nuestro corazón, conoce perfectamente el esfuerzo que cada uno hace por agradarle, por vivir en su amistad.

"Sacrificio para Dios es el espíritu atribulado: al corazón contrito y humillado no lo despreciarás, oh Dios." Salmo L, 19. 

La resolución que debemos mantener, es el combate espiritual, la lucha diaria en las cosas ordinarias por el reino de los cielos, una determinada determinación por vivir el espíritu del Evangelio, por llevar el buen olor de Cristo; que no desfallezca nuestro corazón a la vista de nuestros defectos, imperfecciones y pecados, propongamos la enmienda, arrepintámonos de corazón de las faltas que hallamos cometidos, y con la confianza en Dios empecemos cuantas veces sea necesario nuestro camino por nuestro amor y fidelidad a Dios nuestro Señor.  

"Porque siete veces caerá el justo, y se levantará: más los impíos se precipitarán en el mal." Proverbios XXIV, 16. 

Roguemos a la augusta Madre de Dios, nos conceda el don de la perseverancia, la fortaleza necesaria para mantenernos en el combate espiritual, y la dicha de que sea nuestra abogada en el momento de nuestra muerte. 


Dios te bendiga. 



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