17 Nov
17Nov

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, debemos pedir a Dios, que nos conceda su gracia para que nuestras obras correspondan a la fe que profesamos en el santo bautismo, que nuestra manera de pensar sea conforme a las enseñanzas de la Iglesia Católica, de tal manera, que seamos fielmente el cuerpo místico de nuestro Divino Redentor, asegurando así nuestra salvación eterna llevando el buen olor de Cristo, edificando a nuestros hermanos, dando fruto del ciento por uno de los dones y talentos que hemos recibido. 

¿Cómo llevar el buen olor de Cristo?, ¿cómo tener santidad de vida?, forzosamente necesitamos de la gracia de Jesucristo nuestro Señor, pues dice el principio filosófico: nadie da lo que no tiene, o no hay efecto sin causa; luego entonces, el principio de la santidad de vida se encuentra en la unidad que guardemos con nuestro Creador.

"Yo soy la vid, vosotros los sarmientos: el que está en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto: porque sin mí no podéis hacer nada. El que no estuviere en mí será echado fuera, así como el sarmiento, y se secará, y lo cogerán, y lo meterán en el fuego, y arderá. Si estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, pediréis cuanto quisiereis, y os será hecho." San Juan XV, 5. 

La manera como nos mantendremos en la unidad con nuestro Señor Jesucristo, es en el estado de gracia, que se alcanza por medio de la guarda de los mandamientos, y por la sagrada confesión que borra los pecados que hayamos cometido. 

"Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama, no guarda mis palabras." San Juan XIV, 23. 

Debemos vivir conforme al espíritu el santo Evangelio, apartarnos de lo que nos aparta de Dios, configurar nuestra vida con Cristo, observar sus mandamientos, alimentarnos con su cuerpo y con su sangre en la sagrada comunión, edificar nuestra estructura intelectual con la doctrina católica, fortalecer nuestra voluntad mediante la ascética y la mística de las enseñanzas de nuestro Divino Redentor. 

"'Dos vidas hay en nosotros, dice San Agustín, la vida del cuerpo y la vida del alma; la vida del cuerpo es el alma, y la vida del alma es Dios'... La unión del alma y el cuerpo es sustancial, porque no forman sino una sola y única naturaleza, una sola y única persona. Mas no acontece lo mismo en la unión de nuestra alma con Dios: conservamos siempre nosotros nuestra naturaleza y personalidad, y así seguimos siendo distintos de la divinidad. Mas, así como el alma da al cuerpo la vida que ella posee, también Dios, sin ser por ello la forma del alma, le da la vida sobrenatural suya, vida no igual, sino verdadera y formalmente semejante a la suya; y esta vida constituye una unión muy real de nuestra alma con Dios. Supone, pues, una realidad concreta que Dios nos comunica, y que es el lazo de unión entre él y nosotros" Tanquerey, compendio de teología ascética y mística, no. 116, a, 1. 

Trabajemos, pues, queridos hermanos, en hacer que Dios nuestro Señor sea la vida de nuestra alma, que vivamos unidos a nuestro Creador por la gracia, que nos alimentemos frecuentemente con su cuerpo y con su sangre en el sacramento de la comunión, preparándonos desde ahora para vivir eternamente en su unión en el reino de los cielos. 

Roguemos a la augusta Madre de Dios, nos alcance las gracias necesarias para vivir en unión con su divino Hijo, nos aparte de los que nos aparta de Dios, y nos conceda la perseverancia final. 


Dios te bendiga.



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