30 Jun
30Jun

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, hay ocasiones en que caemos en la tibieza espiritual, en cierta comodidad o conformismo con nuestras propias imperfecciones, aprendiendo a vivir tranquilamente en un estado de relajación del espíritu, tal vez no se cometan faltas graves, pero se deja de hacer con esmero nuestras obligaciones de estado y de piedad, provocando un descuido de nuestra salud espiritual.

Es lastimoso el estado que describimos, porque la persona que lo padece no se desarrolla, no da lo mejor de sí, no se realiza, provocando paulatinamente una frustración, un descontento con la propia vida al no fructificar sus dones y talentos. 

Pueden intervenir muchos factores internos y externos, que influyan en este periodo de pausa, algunas veces van acompañados de escándalos, de desencantos, de reveses que replantean por completo el esquema que se tenía concebido de la vida espiritual; lo importante es identificar que se encuentra en un periodo difícil, tratar de entender las causas, buscar las soluciones con la ayuda de un director espiritual, y replantearse el camino a seguir con sus dificultades propias, pero con el objetivo de sobreponerse al conformismo espiritual. 

"¿Cuándo, cuándo acabaré de decidirme? ¿Lo voy a dejar siempre para mañana? ¿Por qué no dar fin ahora mismo a la torpeza de mi vida?" San Agustín, Confesiones, libro VIII, capítulo XII, página 154. 

Los problemas son para solucionarlos, no para utilizarlos de justificación del estado de mediocridad espiritual, sean cual sean los motivos, debe ponerse pronta solución, se sienta bonito o no sienta nada, debe emprender el camino de reestructuración espiritual, tarea fácil no es, pero tampoco imposible; comience por usted mismo, no pretenda reformar la comunidad entera, o buscar todas las circunstancias favorables como tal vez se tuvieron en algún tiempo.

"El cristiano es un combatiente; y es doctrina común de la Iglesia de Dios que el cristiano que no combate está ya vencido. El hombre para obrar ha de esforzar su libertad, ha de sobreponerse, ha de dominar; de otra suerte, él es quien queda vencido y esclavo. El pecado es siempre una derrota, un fracaso y una debilidad." Doc. D. José Torras y Bages, Obispo de Vich, "De la ciudad de Dios y del evangelio de la paz", 1913, tomo III, página 178. 

Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne bendecirnos, concedernos las gracias necesarias para desarrollar en plenitud nuestros dones y talentos, para sobreponernos a las dificultades propias de la vida, mirando en todo por nuestro bien eterno y temporal.

 

Dios te bendiga.



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