07 Feb
07Feb

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, "el matrimonio cristiano es aquel sacramento por el cual dos personas de distinto sexo, hábiles para casarse, se unen por mutuo consentimiento en indisoluble comunidad de vida con el fin de engendrar y educar a la prole, y reciben gracia para cumplir los deberes especiales de su estado." Ludwig Ott, "Manual de teología dogmática", página 676. 

El matrimonio es verdadero y propio sacramento instituido por Dios nuestro Señor: "Por esto dejará el hombre padre, y madre, y se ayuntará a su mujer, y serán dos en una carne. Así que ya no son dos, sino una carne. Por tanto lo que Dios juntó, el hombre no lo separe." San Mateo XIX, 5. 

El sacramento del matrimonio conlleva muchas responsabilidades, por lo cual, Dios nuestro Señor concede las gracias necesarias para santificarse en el cumplimiento de sus deberes de estado: "La gracia que se recibe por este sacramento está ordenada de manera especial al fin de este sacramento: sirve para santificar a los esposos y darles el vigor sobrenatural necesario para cumplir con los deberes de su estado. Con la gracia santificante se les concede también el derecho a las gracias actuales 'que alcanzarán cuantas veces les fueren necesarias para cumplir los deberes de su estado'." Ludwig Ott, "Manual de teología dogmática", página 687. 

El matrimonio tiene dos propiedades esenciales: unidad e indisolubilidad; Unidad porque es entre un hombre y una mujer, quedando excluida la poligamia y la poliandria, por esto nuestro Señor dijo: "Así que ya no son dos, sino una carne. Por tanto lo que Dios juntó, el hombre no lo separe." San Mateo XIX, 6. 

El matrimonio es intrínsecamente indisoluble, no se debe disolver por decisión de uno, ni aun de los dos contrayentes: "El concilio de Trento declaró que el vínculo conyugal no se puede romper por la herejía, o por dificultades en la convivencia o por la ausencia malévola de un cónyuge (Dz 975), y que la Iglesia no yerra cuando ha enseñado y enseña que el vínculo conyugal -conforme a la doctrina evangélica y apostólica- no se puede romper ni en caso de adulterio de uno de los cónyuges (Dz 977)." Ludwig Ott, "Manual de teología dogmática", página 681. 

Quiera Dios nuestro Señor, sirvan estas palabras para ayudar a los matrimonios agobiados por las aflicciones de la vida presente; roguemos a la augusta Madre de Dios nos conceda las gracias necesarias para sobrellevar las dificultades de nuestra vida. 


Dios te bendiga.  



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