09 Feb
09Feb

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, debemos procurar hacer las cosas bien hechas, no se trata de multiplicar el número de devociones, obras de caridad, sino, de hacerlas bien, para que rindan fruto del ciento por uno. 

"No todo el que me dice, Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ese entrará en el reino de los cielos." San Mateo VII, 21.

El mundo en el que vivimos, tiende a la simulación, a cumplir sin cuidar de la calidad, a las prisas, a las justificaciones basadas en la falta de tiempo o circunstancias. 

"No basta, para rezar bien, expresar nuestra súplica con la más hermosa de las oraciones que es el Rosario, sino que es preciso hacerlo con gran atención, porque Dios oye la voz del corazón más bien que la de la boca. Orar con distracciones voluntarias sería gran irreverencia, que haría nuestros rosarios infructuosos y nos llenaría de pecados." San Luis María G. de Montfort, 'El secreto del Rosario', rosa XLII. 

Procuremos con esmero, vivir cristianamente, con profesionalidad, orden y disciplina, con inteligencia aplicada, desterrando de nosotros la mediocridad espiritual, el hacer las cosas porque no hay de otra, el conformismo rutinario; justificando estos errores en la falta de tiempo, preparación, formación, circunstancias y demás.

"Una voluntad a medias, al igual que una oveja sarnosa, basta para contagiar todo el rebaño. Si entre vosotros hubiera ya alguna de ésas que se haya introducido en vuestro redil por la falsa puerta del mundo, echadla fuera en nombre de Jesucristo crucificado, considerándola como lobo entre ovejas." San Luis María G. de Montfort, "Carta circular a los amigos De la Cruz", parte II, 1º. 

Los errores e imperfecciones son parte de la flaqueza humana, pero otra muy distinta es el conformismo, el acostumbrarse o ver con naturalidad las obras mal hechas, el tener una justificación para todo, y así, pasan los años, y continuar con los mismos defectos encubiertos de piedad aparente. 

Debemos tener paciencia con nuestros errores, defectos y debilidades, pero no conformarnos, luchar cada día por adelantar en la vida espiritual; servirnos de nuestros defectos para crecer, para implorar la gracia de Dios, en síntesis: trabajar con sosiego por nuestra santificación. 

Roguemos a la Santísima Virgen María, nos conceda una voluntad determinada para cargar nuestra cruz de cada día en pos de nuestro Señor Jesucristo. 


Dios te bendiga.



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