08 Jan
08Jan

Queridos hermanos en Nuestro Señor Jesucristo, de la presente vida depende nuestra salvación o condenación eterna, hagamos el esfuerzo de creer en el santo Evangelio y practicar lo que nos enseña, de vivir cristianamente para merecer la bienaventuranza eterna, recordar con frecuencia: El que creyere y se bautizare, se salvará; pero el que no creyere, será condenado.

Es nuestra voluntad la que debemos doblegar, conformar nuestros deseos con los de Dios Nuestro Señor, cumpliendo así la oración del Padre Nuestro: Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. 

Vivir de tal manera que sea Cristo quien viva en nosotros, que nuestras obras sean conformes al santo Evangelio, y de esta manera, realizarnos conforme al fin de nuestra existencia en cada uno de nuestros estados particulares de vida; San Pablo escribe a los Gálatas: Y yo vivo, o más bien, no soy yo el que vivo, sino que Cristo vive en mí. Así, la vida que vivo ahora en esta carne, la vivo en la fe del hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí. 

Nuestra libre voluntad es la que debemos conducir en miras a nuestra salvación eterna, con paciencia, caridad y perseverancia educarnos para vivir cristianamente; instruirnos con la lectura espiritual, fortalecer nuestra fe con la doctrina católica, alimentarnos con la frecuencia de los sacramentos, implorar los auxilios que necesitamos con la oración, particularmente con el rezo del santo Rosario; de tal suerte, que llevemos una vida cristiana, conforme a nuestro estado de vida; Escribe la imitación de Cristo: Estar con Jesus, es dulce paraíso.

Empecemos por aceptarnos como somos, por reconocer nuestros errores y confesar nuestras faltas; trabajar cada día en vivir cristianamente conforme a nuestras obligaciones de estado, y perseverar el tiempo que nos conceda la Divina Providencia.


Dios te bendiga.





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