06 Jan
06Jan

Queridos hermanos en Nuestro Señor Jesucristo, la vida presente tiene muchos afanes y preocupaciones que nos absorben como es natural en el mundo, haciéndonos olvidar si nos descuidamos de nuestra salvación eterna.


Es necesario vivir en el mundo sin olvidar nuestro fin último, ver y gozar de Dios eternamente en el cielo; para ello es necesario recurrir frecuentemente a la oración, a la meditación de las verdades eternas, a la frecuencia de los sacramentos, a la verdadera devoción de la Santísima Virgen María, acomodado todo ello en una vida cristiana en las circunstancias particulares que la Providencia determine para cada uno de nosotros. 


Dice Nuestro Señor Jesucristo: No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del mal. Razón por la cual debemos aprender a vivir cristianamente en el mundo, con fe, esperanza y caridad.


Vale la pena vivir en plenitud la vida en la sagrada batalla por el Reino de los cielos, cargar con nuestra cruz y llevar con alegría nuestras miserias humanas, tratando siempre de seguir los pasos de Nuestro Señor Jesucristo.


Este es el sentido de la vida cristiana, el motivo de nuestra existencia, la razón de nuestra estadía en el mundo presente: Amar y servir a Dios en el mundo presente, para verle y gozarle eternamente en el cielo.


Si perdemos el sentido de nuestra vida, corremos el peligro de condenarnos eternamente, lo cual es una verdadera desgracia; Busca el reino de los cielos, viviendo con la paz que el mundo no puede dar, amando a nuestros hermanos con la caridad que Dios Nuestro Señor nos ha enseñado con su divino ejemplo.


¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? imploremos la gracia de Dios Nuestro Señor para corregir nuestra vida, reconocer con humildad nuestros errores, iniciar nuestro caminar cristiano cada día, amando a Nuestro Divino Redentor por sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.


Dios te bendiga.  


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