15 Jan
15Jan

Queridos hermanos en Nuestro Señor Jesucristo, todas las cosas que hacemos tienen un fruto, es necesario detenernos para analizar nuestras obras, hacia dónde las estamos dirigiendo, ¿qué estoy haciendo con mi vida?... 

Encaminar nuestras obras para el fin por el cual fuimos creados, a saber: El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios Nuestro Señor y, mediante esto, salvar su alma. 

Cuando se vive en el activismo del mundo, se suele descuidar la meditación de las verdades eternas, normalmente no se reflexiona en la realidad del cielo y del infierno, en lo incierta que es el día de nuestra muerte, en la gravedad del pecado mortal; lo cual provoca una vida disipada en cuanto a la gracia de Dios Nuestro Señor, descuidos en el cumplimiento de nuestros deberes cristianos, alejamiento de vivir en la presencia de Dios. 

Imploremos a Dios Nuestro Señor la gracia de vivir cristianamente, la fortaleza de sostenernos en el amor de Dios: "Dame, Señor, sabiduría celestial para que aprenda a buscarte y hallarte sobre todas las cosas, gustarte y amarte sobre todas y entender lo demás como es, según el orden de tu sabiduría." Imitación de Cristo III, 27, 5. 

Qué saludable es para nuestra alma, el darnos un tiempo cada día para la meditación y la oración, para la lectura espiritual, para instruirnos en la fe católica, y así, poder vivir cristianamente. 

En cambio, la disipación, las prisas, los tumultos van desgastando el alma hasta precipitarla en el pecado mortal, ¿a dónde conduce el pecado?: "El estipendio y paga del pecado, es la muerte." Romanos VI, 23. 

Procuremos rezar el Santo Rosario a la Santísima Virgen María, nos ha de hacer un inmenso bien, librarnos de muchos peligros y conducirnos a la vida eterna.

"Aún cuando os hallaseis en el borde del abismo o tuvieseis ya un pie en el infierno; aunque hubieseis vendido vuestra alma al diablo; aun cuando fueseis un hereje endurecido y obstinado como un demonio, tarde o temprano os convertiréis y os salvaréis, con tal que (lo repito, y notad las palabras y los términos de mi consejo) recéis devotamente todos los días el Santo Rosario hasta la muerte, para conocer la verdad y obtener la contrición y el perdón de vuestros pecados." San Luis María G. de Montfort, El secreto del Rosario. 


Dios te bendiga.



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