20 Feb
20Feb

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, nosotros recibimos la palabra de Dios con gozo, sabedores que es para nuestro provecho, e incluso hacemos resoluciones de corregir nuestros errores para mejor vivir; sin embargo, pocas veces cumplimos nuestras santas resoluciones, provocando una frustración en nuestra vida espiritual, preguntándonos ¿por qué no puedo cambiar?, ¿por qué soy tan débil?... 

Dos factores influyen en nuestra vida, uno es la falta de raíces, de método y de constancia en nuestra vida espiritual, de tal suerte, que asegure una vida acorde al santo Evangelio.

El segundo factor, son los cuidados y afanes del mundo a los que difícilmente renunciamos, los cuales son incompatibles con la vida espiritual.

"Un hombre salió a sembrar su simiente: y al sembrarla, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y la comieron las aves del cielo. Y otra cayó sobre piedra: y cuando fue nacida, se secó porque no tenía humedad. Y otra cayó entre espinas, y las espinas, que nacieron con ella la ahogaron... lo que junto al camino, son aquellos que la oyen: más luego viene el diablo, y quita la palabra del corazón de ellos, porque no se salven creyendo. Más los que sobre la piedra: son los que reciben con gozo la palabra, cuando la oyeron: y estos no tienen raíces: porque a tiempo creen, y en el tiempo de la tentación vuelven atrás. Y la que cayó entre espinas: estos son, lo que la oyeron, pero después en lo sucesivo quedan ahogados de los afanes, y de las riquezas, y deleites de esta vida, y no llevan fruto." San Lucas VIII, 5. 

La vida espiritual requiere nuestra voluntad, la gracia de Dios y la perseverancia.

Perseveremos queridos hermanos, procuremos instruirnos en la lectura espiritual, en la teología ascética y mística, aclaremos nuestras dudas con nuestro confesor, y no desanimarnos a pesar de los muchos tropiezos, dificultades y miserias de nuestra naturaleza humana. 

Procuremos recurrir a la Santísima Virgen María, imploremos su patrocinio, las gracias necesarias para nuestra vida espiritual, encomendémonos a los Santos de nuestra devoción, y seamos perseverantes, que a su tiempo veremos el fruto en nuestras almas. 


Dios te bendiga.


 

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