11 May
11May

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, procuremos ponerle rumbo a nuestra vida, determinar objetivos, tener con claridad lo que es una vida católica en nuestras circunstancias particulares, lo cual nos mueva a poner las condiciones de vida, la reforma de costumbres; en síntesis, vivir un catolicismo profesional. 

Es fácil dejarse conducir por las circunstancias del día a día, por las exigencias del momento, por las necesidades de nuestro entorno, con detrimento de nuestra vida espiritual, a saber, se suprime, se descuida o se hace sin atención las oraciones particulares, la meditación de las verdades eternas, la frecuencia de los sacramentos, la devoción a la santa Misa, la frecuente invocación a Dios nuestro Señor, a la augusta Madre de Dios, a los santos de nuestra particular devoción.

Es complejo llevar una vida cristiana donde no hay orden, horario, reglas que nos protejan, lugar y tiempo a propósito para la oración, frecuencia de sacramentos, un tiempo destinado a platicar con Dios nuestro Señor; bien dice san Agustín: "Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti." 

Comencemos por saber que queremos de nuestra vida, y en que condiciones exactas nos encontramos, para poder establecer un plan de vida acomodado a nuestra realidad, pongamos compromisos alcanzables a nuestras fuerzas, tengamos paciencia con nuestra flaqueza humana, pero, no dejemos de trabajar y hacer lo que está de nuestra parte; "Atiende a tu negocio, trabaja fielmente en mi viña, que Yo seré tu galardón." Imitación de Cristo III, XLVII, 2. 

Roguemos a la augusta Madre de Dios, nos alcance las gracias necesarias para vivir cristianamente, para realizarnos en nuestra vida, y alcanzar la eterna bienaventuranza. 

“Vivamos bien, y serán buenos los tiempos. Los tiempos somos nosotros; como somos nosotros, así son los tiempos.” San Agustín, sermón LXXX.


Dios te bendiga. 

  


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