10 Feb
10Feb

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, las ocupaciones del mundo nos agobian el alma, nos desgastan, nos restan las energías para entregarnos a Dios. 

Con qué facilidad nos enredamos en los compromisos temporales, algunas veces por el deseo de ayudar, pero con daño de nuestra salud espiritual.

"Vanidad es desear larga vida, y no cuidar que sea buena. Vanidad es mirar solamente a esta presente vida, y no proveer a lo venidero. Vanidad es amar lo que tan presto se pasa, y no buscar con solicitud el gozo perdurable." Imitación de Cristo I, I, 4. 

Es preciso hacernos violencia para entregarnos a la oración con tranquilidad, a la lectura espiritual cotidiana, a la frecuencia de los sacramentos, a la meditación de las verdades eternas, a vivir la verdadera devoción a la Santísima Virgen María; muchas veces es preciso decir que no a los hombres, para dedicarnos a nuestro provecho espiritual. 

"Los mayores santos evitaban cuanto podían las compañías de los hombres, y elegían el vivir para Dios en su retiro." Imitación de Cristo I, XX, 1. 

El mundo no va a cambiar, siempre demandante, desgastante, abrasivo, en la mayoría de los casos con las mejores intenciones, pero con grave daño de nuestra salud espiritual. 

Es preciso amarnos sobrenaturalmente, querernos en Jesucristo nuestro Señor, para buscar primero los bienes eternos, resguardar la gracia de Dios que habita en nosotros, y no caer en la tentación de la caridad mal entendida. 

"Caridad no es sentimentalismo que consiente todos los errores y atropellos de los demás. Caridad es procurar eficazmente el bien real (eterno y temporal) de los demás y odiar en todo momento el mal." Padre Julio Meivielle, 'El judío en el misterio de la historia', página 132. 

Queridos hermanos, tengamos caridad con nosotros mismos viviendo en gracia y amistad con Dios nuestro Señor, llevemos el buen olor de Cristo, fortalezcámonos en Dios, por Dios y para Dios; vivamos realmente una vida cristiana, hagamos nuestra la libertad de los hijos de Dios, aprovechemos todas las circunstancias para mejor amar y servir a nuestro Padre celestial. 

Roguemos a la bienaventurada siempre Virgen María, nos conceda la gracia de la perseverancia final, el amor a la Cruz, y  la verdadera devoción a su sagrada realeza.


Dios te bendiga.



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