29 Mar
29Mar

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, por lo regular, siempre existen problemas, causas justas que defender, dificultades que afrontar, pero lo más importante es la salvación eterna de nuestra alma, la cual depende única y exclusivamente de nosotros; escribe san Agustín: "Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti".

Lo más importante en nuestra vida, es la salvación eterna, y en muchas ocasiones es la que más descuidamos por atender a otros asuntos. Por esto la caridad empieza por uno mismo, amarnos verdaderamente significa buscar nuestro bien eterno y temporal. ¿Cómo amar a nuestro prójimo si nosotros no nos amamos?... 

Es fundamental detener nuestra vida, examinar nuestra conciencia, darnos un tiempo para el retiro espiritual, preguntarnos ¿hacia dónde vamos?, ¿caminamos al cielo o al infierno?, ¿me encuentro en gracia de Dios o en pecado mortal?, si en este momento enfrentara el juicio particular ¿qué sería de mi alma?... 

"No eres más santo porque te alaben, ni más vil porque te desprecien. Lo que eres, eso eres; y por más que te estimen los hombres, no puedes ser ante Dios más grande de lo que eres. Si miras lo que eres dentro de ti, no tendrás cuidado de lo que de ti hablen los hombres. El hombre ve lo de fuera, mas Dios el corazón." Imitación de Cristo II, IV, 2. 

Dejemos al mundo seguir su camino, sus exigencias y afanes difícilmente disminuyen, siempre insatisfecho, el hombre que se inmiscuye en sus causas siempre resulta más desgastado y abatido. 

¿Cuándo tendremos tiempo sosegado para la lectura espiritual, para la meditación, para la oración, para frecuentar los sacramentos, para invocar a la augusta Madre de Dios?... El día que nosotros así lo determinemos.

Primero están nuestras necesidades espirituales, nuestra salud espiritual de la cual depende nuestra salvación eterna; el mundo, los hombres, y sus exigencias que hagan fila, serán atendidos en la medida que la caridad lo permita. 

Imploremos el auxilio de la gloriosa Virgen María, recurramos a la intercesión de los Santos, ordenemos nuestra vida, y llevemos en pos de Cristo nuestra cruz de cada día. 


Dios te bendiga.


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