04 Feb
04Feb

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, debemos saber exactamente que queremos y como lo vamos a conseguir, para evitar perdida de tiempo, de ilusiones, así como para no caer en las fantasías espirituales donde todo lo pretenden conseguir con sentimientos; pues bien, nuestro fin es muy claro, a saber: "El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su alma." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales. 

Para amar y servir a Dios se requiere, en esencia, estar bautizado por supuesto, guardar los santos mandamientos de la ley de Dios, cumplir nuestras obligaciones de estado; haciendo esto las demás cosas se darán por añadidura.

"Jesús respondió, y le dijo: si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él." San Juan XIV, 23. 

Una vez entendido esto, nos queda abrazar nuestra cruz para caminar en pos de nuestro Divino redentor, evitando culpar al universo mundo de las cosas adversas que nos sucedan, deseando lo que no tenemos y por lo que no hemos trabajado, pues es muy fácil errar el camino cayendo en ilusiones, fantasías, y sentimentalismos en los que podemos quedar estancados por mucho tiempo. 

En definitiva, nosotros somos los tiempos como escribe san Agustín, para lo cual, debemos establecer en nuestra vida condiciones para nuestra salud espiritual, aprender a perdonar de corazón, a olvidar lo que nos resta energía, implorando la misericordia de Dios y haciendo lo que está de nuestra parte.

“Vivamos bien, y serán buenos los tiempos. Los tiempos somos nosotros; como somos nosotros, así son los tiempos.” San Agustín, sermón LXXX. 

Tengamos un dominio sobre nuestras pasiones, o no las tengamos sujetas, contemos con acceso a los sagrados sacramentos o no, en las condiciones que la Providencia permita para nosotros, podemos y debemos santificarnos acorde a nuestra condición, capacidad, y medida determinada por Dios. 

Lamentablemente, hay algunas almas que se justifican en los sucesos que le han ocurrido en el pasado, donde siempre hay culpables de su falta de adelantamiento en la vida espiritual, olvidándose que todas las cosas suceden para bien de los que aman a Dios, que en el estado y condición que se encuentren pueden y deben amar y servir a Dios nuestro Señor. 

"Sano o enfermo, rico o pobre, sabio o ignorante, honrado o despreciado, con este o con aquel genio, con muchos o pocos dones, aptitudes y talentos, puedo alabar, hacer reverencia y servir a Dios." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales. 

Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne infundir en nosotros el fuego de la valentía, para tomar nuestra cruz con gallardía y seguir los pasos de nuestro Señor, para olvidar lo que no aporta, para ayudar a nuestros hermanos a alcanzar el reino de los cielos. 


Dios te bendiga.



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